Aprendizaje: la clave está en el interés

01 marzo 2020

El estudio del interés de los alumnos por aprender ha pasado en un siglo de darle una especial importancia (especialmente Dewey y Claparède, véase al final del texto alguna referencia disponible en la red en español), a olvidarse de él por la relevancia otorgada al comportamiento del alumno o a sus procesos cognitivos. Por suerte, en las últimas décadas se ha producido una recuperación de la función del interés en el aprendizaje.

Este breve comentario que indica la escasa atención que los investigadores han propocionado al interés de los alumnos en el aprendizaje será sin duda una sorpresa para la gran mayoría de los docentes. ¿Alguno de elllos tiene dudas de que estar interesado en una materia o en una determinada actividad es una garantía para el aprendizaje y de que el desinterés es la antesala de la falta de aprendizaje y en muchas ocasiones del abandono por parte de los alumnos de su continuidad escolar? ¿Cómo el mundo académico se ha podido desinteresar del interés por aprender?.

Por fortuna, como acabo de comentar, el interés ha empezado a recuperar su fuerza por su impacto en la actividad educadora. No sé si tanto como la emoción, que está generando un gran número de estudios para comprobar su influencia en el aprendizaje, pero al menos en un nivel creciente que manifiesta su relevancia indiscutible.

Conviene tener en cuenta que existen múltiple factores relativos a la disposición del alumno que contribuyen al aprendizaje: procesos cognitivos, emociones, motivación, intereses y compromiso con el aprendizaje. Asímismo, hay otros relativos al entorno social y a la actividad mediadora de los docentes. Unos y otros actúan en estrecha interacción. Sin embargo, y aunque no está habitualmente reconocido así en la mayoría de los textos actuales, considero que el interés es la entrada principal del aprendizaje, pues a través de él se impulsa la motivación y las emociones del aprendiz, lo que junto con la dinamización de los procesos cognitivos, hacen posible el compromiso activo con el aprendizaje. Un interés, es necesario repetirlo, que se puede iniciar o fortalecer por la sensibilidad y la metodología utilizada por los docentes.

Desde esta perspectiva, resumiré en estas líneas qué significa estar interesado. En un texto posterior, me referiré a cómo puede el docente conseguir fortalecer los intereses de los alumnos e interesar -al menos un poco- al alumno desinteresado, algo bastante más complejo.

Interés y motivación

El interés suele considerarse una variable motivacional con componentes tanto afectivos como cognitivos que se orienta a un contenido específico. Es decir, se está interesado en un tema concreto, que se comprende, que satisface y que mueve a actuar. Por tanto, el interés es motivador. Pero hay que tener en cuenta que el desarrollo y fortalecimiento de los intereses necesita una cierta expectativa de éxito. Si un alumno considera que no es competente para realizar una tarea, aunque la considere interesante, es muy posible que no la realice y que progresivamente deje de interesarle. Este comentario destaca la importancia de que los docentes tengan en cuenta no solo los intereses de los alumnos, sino también la dificultad de las tareas que les presentan.

El interés dinamiza el conocimiento y favorece el compromiso con el aprendizaje. De esta forma, el alumno se siente más competente en este campo (no olvidar la competencia inicial a la que se acaba de hacer referencia), lo que mejora su autoestima y la motivación para seguir aprendiendo. Además, el incremento de interés y de competencia va acompañado normalmente de una vivencia satisfactoria que podríamos denominar emoción. ¿Qué diferencias hay entre el interés y la motivación?

Para una información más completa, véase el texto de Juan Ignacio Pozo, Dando motivos para aprender.

Para no extenderme, he seleccionado dos frases de Anne Renninger, una de las referencias principales junto a Suzanne Hidi en el estudio del interés en el aprendizaje (veáse al final del texto una referencia reciente accesible en la red, si bien en inglés):

Primera frase:

La motivación es un constructo más amplio que el interés y no está necesariamente relacionada con un contenido específico de aprendizaje.

Segunda frase:

Mientras que el interés es motivador, lo que es motivador no siempre es interesante. Por tanto, se puede aprender sin estar interesado, aunque se aprenderá de forma más continuada y satisfactoria si el interés es el principal factor motivacional.

Interés situacional y personal

Los estudiosos sobre el tema del interés en el aprendizaje diferencian dos tipos: el situacional y el individual. El primero supone atender a un fenómeno que aparece de forma esporádica y que nos provoca un impacto afectivo. Por ejemplo, estar interesado por un eclipse solar, sin que ello suponga continuar buscando información sobre los planetas. En cambio, el interés individual es ya una predisposición positiva y continuada de una persona hacia determinados temas: estoy interesado por la astronomía, busco información sobre ella, pido que me regalen un telescopio, etc. Fácilmente se percibe que el interés situacional puede conducir al individual.

Interesar para aprender mejor

La estrategia más adecuada para favorecer la motivación de los alumnos ante determinados aprendizajes es procurar despertar o fortalecer su interés en ellos, pues atenderán mejor, activarán sus procesos cognitivos, mantendrán su motivación, se sentirán satisfechos (o emocionados en ocasiones) y aprenderán mejor. E incluso desearán seguir aprendiendo.

Interesar supone hacer la tarea interesante

El interés del alumno para el aprendizaje no es algo que procede exclusivamente de su disposición personal ni porque hay algo en el entorno que sea muy atractivo. El interés es un proceso interactivo entre la persona y las condiciones físicas, sociales o culturales de su ambiente. De ahí la importancia de gestionar bien los contenidos del aprendizaje para conseguir interesar al alumno: es necesario conseguir que la tarea sea interesante, aunque también es necesario que exista una cierta predisposición inicial del alumno para que empiece a interesarse por ella.

Ahora viene lo más complicado: cómo lograr que la tarea de aprendizaje sea interesante y mueva (motive) a aprender. A ello dedicaremos un nuevo texto. En él se ofrecerán diferentes pistas para despertar el interés del alumnado. Como aperitivo, se puede consultar en Eduforics los textos sobre aprendizaje cooperativo:

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Referencias