https://www.fundacion-sm.org/wp-content/uploads/2018/09/Evaluacio_Docente-1.pdf
Autores: Álvaro Marchesi y Eva María Pérez, Universidad Complutense de Madrid
La propuesta planteada en este documento aspira a animar a los responsables políticos, sociales y sindicales y a la comunidad educativa a debatir sobre el desarrollo profesional de los docentes y a intentar alcanzar un acuerdo sobre el mismo. Las ventajas de un acuerdo son indudables, pues otorgan credibilidad, estabilidad y garantía de los compromisos adquiridos. Es un requisito fundamental para avanzar en un proceso complejo de evaluación que exige más de una década para llevarse a la práctica. Además, podría ser el primer paso para ir avanzando en acuerdos progresivos sobre los retos más urgentes del sistema educativo.
La investigación y las experiencias internacionales destacan que la evaluación de los profesores y el establecimiento de una carrera profesional que ayude a los docentes en su compromiso permanente por mejorar su enseñanza es uno de los factores más importantes para mejorar la calidad de esta. No hay mejor inversión que la que se destina a mejorar la actividad profesional de los docentes y su dedicación para hacer frente a los nuevos desafíos que la sociedad y los alumnos plantean.
En los últimos años ha surgido en España un amplio movimiento social, educativo y político que plantea la urgencia de abordar el acceso a la función docente, el desarrollo profesional y, aunque en menor medida, la evaluación de la práctica docente. Nos referimos a una evaluación externa orientada al desarrollo profesional y a su formación y en estrecha conexión con la autoevaluación habitual de los propios docentes, que también ha de tenerse en cuenta en los procedimientos externos de evaluación.
La evaluación de las y los docentes y el establecimiento de una carrera profesional que les ayude en su compromiso con la mejora educativa es uno de los factores más importantes para mejorar la calidad de su enseñanza.
En este contexto se presenta este documento. Su objetivo principal es formular un modelo de evaluación de la actividad docente que tenga como referente las competencias de las maestras y los maestros en Educación Infantil y Primaria y de las y los docentes de Secundaria Obligatoria, Bachillerato, Formación Profesional, Música y Artes Escénicas, Artes Plásticas y Diseño, y de idiomas, y que se adapte a las diferentes condiciones de enseñanza de cada uno de ellos. Un modelo que tenga en cuenta el contexto sociocultural en el que cada docente desarrolla su actividad y que también valore que esta no es solo una actividad técnica, sino que tiene un profundo componente social y moral. Un modelo que sea capaz de evaluar la trayectoria del trabajo de los docentes y no solo determinados momentos puntuales y que incluya su propia autoevaluación. Un modelo que valore también la influencia de la organización y del funcionamiento del centro en el trabajo de los docentes. Un modelo, en fin, que pueda convertirse en un referente para las buenas prácticas, en un estímulo para el compromiso de los docentes y en un procedimiento ampliamente reconocido para mejorar la calidad y la equidad educativa.
La propuesta que se formula sobre la evaluación no tiene solo un valor en sí misma. Se plantea también como la forma más adecuada para mejorar el acceso a la docencia, para articular en torno a ella el desarrollo profesional de los docentes que voluntariamente soliciten ser evaluados y para promover por el mensaje de responsabilidad y compromiso que se transmite a la sociedad un más profundo reconocimiento y valoración de la actividad docente. Todo ello, sin duda, con el fin de mejorar la calidad de la educación para todos los alumnos.
El documento se ha organizado en tres partes:
- La primera realiza un breve recorrido sobre los principales estudios nacionales e internacionales que abordan la evaluación de los docentes y su impacto en la calidad de la enseñanza; analiza las propuestas actuales sobre la evaluación y el desarrollo profesional de los docentes; y reflexiona sobre las resistencias y los dilemas a los que se enfrenta la evaluación, así como sobre las razones que la aconsejan.
- La segunda parte constituye el núcleo central del informe. En ella se propone un modelo de evaluación articulado en torno a siete competencias básicas que ha de manifestar el docente en su tarea de enseñar. Los indicadores de estas competencias para su evaluación incorporan no solo elementos técnicos, sino también la dimensión emocional, social y moral propia de la profesión docente. También se apuntan algunas sugerencias iniciales sobre la distribución del peso de estas competencias en función del nivel educativo en el que los docentes realizan su trabajo. Posteriormente, se analizan los métodos más adecuados para evaluar cada una de las competencias propuestas. En su descripción se tiene especialmente en cuenta que la evaluación ha de orientarse principalmente a la trayectoria profesional del docente durante varios años y evitar, por tanto, que su referencia sea solamente la actividad que el docente desarrolla en unos días determinados.
- La parte tercera plantea las implicaciones de la evaluación para configurar el desarrollo profesional de los docentes. Desde esta perspectiva, se propone un modelo de formación inicial y de 9 acceso a la actividad profesional que matiza y perfila el denominado MIR docente al incorporar la evaluación como garantía final para el acceso a la actividad docente de forma permanente. Se aborda también su desarrollo profesional a través de un sistema de cinco tramos o niveles de evaluación cada seis años. Un modelo similar a los sexenios de formación de los profesores de Educación Infantil, Primaria y Secundaria o a los sexenios de investigación en el caso de los profesores universitarios. La evaluación positiva en cada tramo supondría tanto la adquisición de un incentivo económico como la posibilidad de acceder a un conjunto de actividades o responsabilidades profesionales asociadas a un determinado número de evaluaciones positivas. La propuesta se formula con la voluntad de que sea objeto de debate en los ámbitos sociales y educativos, pero que también sea tenida en cuenta por los responsables políticos. Por ello, aunque el modelo propuesto no está suficientemente desarrollado a la espera de su discusión pública, se avanza el estudio de su coste económico a partir de un conjunto de hipótesis de trabajo. De esta forma, se dota a la propuesta del rigor necesario y se facilita su análisis teniendo en cuenta su presupuesto y su distribución durante su aplicación.
El documento termina con una llamada a un acuerdo político, social y laboral sobre estos temas que permita llevarlo a la práctica con la participación y la estabilidad necesaria a partir de 2020. Un proceso que exigirá sin duda toda la próxima década para completarse con las máximas garantías y cumplir de forma cabal las finalidades para las que ha sido diseñado.
Cómo citar:
Marchesi, Á. y Pérez, E. (2018). Modelo de evaluación para el desarrollo profesional de los docentes. Fundación SM, Madrid.
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