Inclusión educativa: seis actividades complementarias en la escuela

21 noviembre 2019

Los dos objetivos principales de la inclusión educativa son conseguir que todos los alumnos mejoren sus aprendizajes de acuerdo con sus posibilidades y puedan convivir con los demás y participar en actividades compartidas. En ocasiones, se ha centrado la concreción de estos objetivos casi exclusivamente en tareas en el aula. En estos casos, el objetivo principal se sitúa en el aprendizaje, aunque la utilización de metodologías activas, cooperativas o basadas en proyectos también favorecen la participación y la convivencia de los alumnos con más dificultades.

En este nuevo texto presentamos algunas otras actividades que pueden tener un papel importante en la educación de todos los alumnos. Ahora, el énfasis se sitúa en la participación con los compañeros en la misma actividad para facilitar las relaciones sociales, el reconocimiento y la convivencia, si bien también se está contribuyendo con ellas al progreso del aprendizaje de todos los participantes.

1. La música y el canto

La música forma parte de la historia de la humanidad. A lo largo del tiempo y en todas las culturas, la música y el canto ha sido una de las expresiones más valiosas. Las investigaciones recientes comprueban su función para el desarrollo de las personas y para la identidad y la cohesión de los grupos humanos.

Desde la antigüedad clásica, la música fue reconocida como una disciplina básica con estrechas relaciones con el conocimiento de las matemáticas. La disposición de las notas, los intervalos, los tiempos, las escalas y en general la estructura de la música están anclados en el orden matemático. No es extraño que se la haya considerado como una ciencia por su lógica, como un lenguaje por su capacidad de comunicación y como un arte por su creatividad.

La expresión musical enriquece a las personas ya que favorece el desarrollo del lenguaje y de la comunicación, contribuye a organizar los conocimientos y mejora la autoestima, la expresión emocional, la relajación y las relaciones sociales. Algunos estudios han comprobado que la participación en actividades musicales tiene especiales efectos positivos para la cohesión y la inclusión social, pues ayuda a la superación de los estereotipos y facilita el reconocimiento de los otros diferentes.

La enseñanza musical y la formación de actividades corales en un centro educativo, bien en el tiempo establecido en el currículo -demasiado escaso, por cierto- bien en actividades extraescolares, puede convertirse en una poderosa estrategia para favorecer los aprendizajes de todos los alumnos y para contribuir a la valoración e inclusión social de aquellos con mayores dificultades.

  • El proyecto LÒVA (La Ópera, un Vehículo de Aprendizaje) es una experiencia apasionante que ofrece numerosas pistas. (Ver: LÓVA, o volar sin simulador).

2. Actividades deportivas

El deporte favorece el bienestar de los alumnos, su desarrollo corporal, el valor del esfuerzo, su relajación y su predisposición para los aprendizajes posteriores. Cuando se realiza en equipo, hay que añadir a estos valores el sentido de pertenencia a un grupo, las relaciones sociales, el respeto a los rivales y el aprendizaje de la gestión de las victorias y de las derrotas.
Estas actividades tienen también una gran importancia para los alumnos con dificultades o con discapacidad, pues les ayudan especialmente a expresarse con su cuerpo, a regular su comportamiento, a relajarse y a disfrutar con los compañeros. Las marchas, las carreras, las excursiones y cualquier tipo de retos en actividades al aire libre son especialmente motivadoras y beneficiosas para estos alumnos.

3. El teatro y las artes escénicas

La participación en una representación teatral tiene indudables ventajas para los alumnos: forman parte de un grupo de compañeros que ensaya durante cierto tiempo, lo que facilita sus relaciones sociales; tienen que asumir un papel nuevo y entender que los demás también tienen que representarlo, lo que favorece la comprensión de la identidad, la mente y las emociones de uno mismo y de los otros; es preciso memorizar un texto; es necesario aprender a esperar el momento adecuado para intervenir, lo que ayudará después en los diálogos conversacionales; y finalmente, los participantes han de controlar sus emociones, enfrentarse a las dificultades de la representación, mantener un esfuerzo continuado y ser capaces de manejarse en un escenario ante un público conocido. La satisfacción personal al término del “estreno de la obra” es indudable, lo que refuerza la autoestima del alumno y las ventajas de participar en un proyecto colectivo.

No cabe duda de que la participación de los alumnos con dificultades de aprendizaje o con necesidades educativas especiales en estas actividades de acuerdo con sus posibilidades tiene un indudable valor educativo y social. Junto con los beneficios que acabamos de señalar, la participación en actividades escénicas contribuye a la integración social, al reconocimiento de su función en el grupo de iguales y a sentirse partícipe en una actividad compartida.

4. Participación en encuentros y fiestas

Existen muchos momentos para sentirse integrado en un grupo y experimentar la satisfacción de las relaciones con los otros, de tener amigos. Uno de ello tiene que ver con las “quedadas” o encuentros informales para conversar o realizar determinadas actividades. Otro son las fiestas o conmemoraciones de determinados sucesos personales como la celebración de los cumpleaños. Los que quedan o a los que se invita se sienten reconocidos e integrados en un grupo social. Es importante valorar en un centro, posiblemente por parte de los tutores, la situación de los alumnos con necesidades educativas especiales. ¿Forman parte de alguno de estos grupos? ¿Son invitados a encuentros y cumpleaños por sus compañeros?

Las formas de intervención no son sencillas, sobre todo en la adolescencia, por la espontaneidad, sintonía y libertad que subyace en estas elecciones. También hay que tener en cuenta las dificultades específicas de los alumnos. Sin embargo, sería importante que los alumnos y las familias reflexionaran sobre esta situación y que se les animara a no olvidarse de aquellos alumnos que tienen más dificultades. La participación en las actividades que acaban de ser comentadas como la música, el teatro o el deporte facilitaría la incorporación a estos encuentros festivos.

5. Participación en redes sociales

La participación en redes y en grupos de comunicación digital es algo común en los escolares. Estos sistemas rápidos y continuos de comunicación conectan fácilmente a unos alumnos con otros y les hacen sentirse reconocidos y conectados. Habitualmente se considera que la falta de participación en estas redes es una señal de aislamiento social.

Existe el riesgo de que los alumnos con necesidades educativas especiales no sean incluidos por sus compañeros en estos sistemas. Hay que reconocer que en ocasiones ellos mismos tienen muchas dificultades de hacerlo, pero su incorporación inicial es señal de reconocimiento y de valoración. Por ello, el tutor debería animar de forma discreta a los compañeros de que no se olviden de aquellos con más dificultades a los que tienen cerca y cuyo nombres y experiencias conocen.

6. Actividades de descubrimiento fuera de la escuela y en la naturaleza

Esta última propuesta incluye en cierta medida un resumen de las anteriores y aporta una nueva pista para enriquecer el aprendizaje de todos los alumnos. Las investigaciones recientes destacan la importancia de los que se denomina la “cognición encarnada”, es decir, la importancia del cuerpo en los aprendizajes. Lo hemos señalado antes en el deporte o en el teatro, pero ahora lo hacemos en una nueva dimensión: la aplicación de lo aprendido fuera del aula o, formulado de forma más precisa, el aprendizaje de conocimientos en entornos naturales.

Esta perspectiva puede adoptar múltiples modalidades y concreciones: proyectos que se desarrollan fuera del aula (ver en Eduforics algunos proyectos específicos relacionados con la personalización de los aprendizajes), visitas a museos o a determinadas instituciones o empresas, o experiencias desarrolladas en un entorno natural. En relación con este último formato, conviene destacar que las investigaciones recientes destacan que los espacios naturales como el agua, el bosque, los huertos o la vegetación favorecen el aprendizaje, la relajación y el bienestar personal.

Este tipo de iniciativas son especialmente beneficiosas para los alumnos con dificultades de aprendizaje o discapacidad, pues no solo se benefician de estas oportunidades como cualquier alumno, sino que son actividades que favorecen la interacción social y la cooperación entre los compañeros.

Comentario final

Es preciso señalar que la incorporación de los alumnos con alteraciones del desarrollo o problemas de conducta a estas actividades es delicada, pues su participación en ellas puede distorsionar su funcionamiento. Por ello, es de gran importancia que la incorporación de alumnos con discapacidad a alguna de estas actividades tenga en cuenta su competencia inicial y se elijan aquellas en las que los alumnos puedan desenvolverse mejor. Incluso así, es preciso cuidar su inclusión en el grupo y preparar a sus compañeros para que faciliten su incorporación progresiva.

El desarrollo de este tipo de actividades supone un centro educativo capaz de organizarlas, con recursos disponibles apropiados, y dispuestos a establecer las relaciones necesarias con otros centros e instituciones que faciliten su práctica. Unas actividades que en su gran mayoría necesitan la colaboración de las familias.
Sin embargo, más allá de la existencia de esta oferta educativa complementaria, tarea que requiere esfuerzo, dedicación y apoyo, hay que subrayar que es el liderazgo y la cultura inclusiva de la escuela, es decir, las actitudes, los valores y el compromiso del equipo directivo y de los docentes, los que serán capaces de desarrollar estas y otras muchas iniciativas a favor del aprendizaje y la inclusión social de todos los alumnos.